Siente mi piel apoyada,
caliente, suave y desnuda
en sutil movimiento sobre
tu espalda fría y muda.
No enmudezcas ese deseo
que de tu cuerpo brota
sé que en tus labios
abrasa la llama de mi boca.
Percibo el olor de las
feromonas que invaden tu ser,
no te resistas por más
tiempo al deseo y al placer.
Mis manos son sabedoras de
los latidos de tu corazón,
saben bien como acariciar,
en tu cuerpo, cada rincón.
Deja que se derrita el
hielo, despierta los sentidos,
tu sangre arde por dentro
como volcanes encendidos.
No luches contra la pasión
y deseo que de ti se apoderan
cada vez que mis pechos se
posan sobre tus caderas.
Despierta ya de ese cruel
letargo que a este amor hiberna,
la noche va pasando de
largo y el amanecer será tu condena.
Isabel San José Mellado
Registrado - España
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