Él.- Dulce resplandor
herido,
que transitas por el cielo
en níveas nubes de algodón
como flecha de cupido
dirigida a mi corazón.
Ella.- Bello corazón que
surges
entre noche de tinieblas,
sanando mi cruel herida
y como fiero león ruges
ante una presa poseída.
Él.- Languidece en
nuestras manos
el tiempo del sueño eterno,
que a los dos juntos confía
nuestra vida en linda prosa
y la muerte en fiel poesía.
Ella.- Amanece en nuestras
vidas
fresco, cual brote de rosas,
el amor que siempre invita
a sentir del mar la brisa
y las caricias primorosas.
Él.- Lamiendo nuestros
sudores
entre brazos recogidos
los Ángeles se han dormido
y al besarse nuestros labios,
nuestras almas se han unido.
Ella.- Los Ángeles han
despertado
anhelantes de esa dicha,
jamás vieron tan bello amor
en dos cuerpos que sin pudor
ante ellos se hubieren amado.
(Dueto con mi amigo y escritor Carlos Torrijos)
Isabel San José Mellado
Derechos de autor - España
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