Y entonces llegaste
después de una vida
llena de complejos,
llenita de mil días grises,
pero me envolviste en tu mirada
y la magia se hizo presente.
Me llenaste de colores
cuando yo era negro
como la noche en el desierto.
Nos abrigamos el alma
y sé que no será eterno,
pero quiero perderme
en el horizonte de tu cuello.
Abrazar todo aquello
que me hace renacer
y caminar con mis dedos
sobre tu espalda
para navegar en tu mirada.
Siempre eterno el sentimiento,
nos debíamos nuestras manos
y esos besos con sabor a versos.
Eres mi más bonita poesía.
MGabriel Portilla
Tulancingo Hidalgo, México
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