Llegó así,
sin más
que un rayo de sol,
sin más que una ola del mar.
Pero sólo
dejó esa sensación
de llegada pues fue
más cruel su partida.
Quizás nunca lo sentí
venir, mas
sí lo vi partir
despojando el
alma.
Lloré, sí, hasta que sólo
quedó una lágrima,
hasta que mis ojos
dijeron basta.
De vez
en cuando
una lágrima
aún resbala
por la mejilla al mirar el mar.
Pero sé
que él intentará
un día regresar
y nadie espera por él
porque él es olvido.
Mgabriel Portilla MÉXICO
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