Sentada
junto a la fuente de mi patio
bajo
la fresca brisa que la mañana ofrece,
mojo despacito
con cálido café mis labios
mientras
mi adicto corazón se estremece.
Es a
ti al que recuerda en ese momento,
adicto
a esa mirada que su deseo alenta
a
volver a sentir en mi cuello tu aliento,
calmando
a mi alma su villana tormenta.
Adición
que me causa una cruel tristeza
pues
no es el café lo que moja mi boca,
sino
una lágrima cayendo con sutileza
como
riachuelo surcando entre la roca.
Y junto a esa bella fuente taza en mano
tengo
un amargo y triste presentimiento;
que mi
adicción a tu persona será en vano
pues
no percibo en ti ningún sentimiento.
Terminando
mi café bajo la brisa matinal
voy
desechando esa adición a tu mirada
y como
un río llegando lentamente al final
se va
sosegando mi pobre alma enamorada.
Isabel San José Mellado.
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