Espero una y mil noches,
espero una mirada,
un gesto,
una sonrisa.
Espero lo que nunca llegó,
un silencio naufragó de la soledad,
un corazón en alta mar.
Te perdí sí, pero me encontré,
te sentí por un instante mío,
tan mío que nunca llegó el olvido.
Y entonces me sentí
tan libre que mis alas
se extendieron y al mirarte
no te recuerdo.
Porque volé por otros cielos,
otros aires me llevaron
hasta otros labios, otros besos.
Y al amanecer me olvidé
de regresar, de ese camino
que renuncié andar y preferí volar.
Mgabriel Portilla, MÉXICO
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