Paseando
sola por la vereda,
ensimismada
iba pensando,
cuando
de repente percibí,
que
alguien se iba acercando.
Al
girarme y ver quien era,
sentí
un pequeño desmayo,
no era
una triste quimera
mi
sueño se había consumado.
Los
dos mudos sin habla,
y, en un
apasionado frenesí,
discretamente
soltó mi lazo.
Asomaron
mis senos sin pudor,
sus
labios besaron los míos,
con
tanta pasión y tanto amor,
que me
hizo perder el sentido.
¡Cuánto
placer, qué deseo!,
fue
todo un desenfreno.
Poco a
poco, sosegados
a la
realidad regresamos.
Sola
por esa verde vereda,
otra
vez seguí paseando,
él
había desaparecido,
sigiloso
como había llegado.
Sólo
fue un sueño deseado,
tan
deseado que pareció real.
He
vuelto, juro que he vuelto
una y
mil veces a pasear,
pensando,
o deseando soñar
pero a
mi lado, nunca más,
volví
a sentir su presencia,
para
amarlo hasta mi final.
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