No miente el espejo
que día a día me ve,
dice el reflejo de esta vida
sin fin.
Dulce carmesí,
el color de los labios
que mitiga el dolor
del no sentir.
El espejo cruel,
sombra que asombra
al mirar los años
la piel.
Y la mirada caída,
el brillo de la ilusión
se marchó por la ventana
de la desesperanza.
Una leve risa
que ilumina al menos
una mueca de felicidad
queda en este andar.
El espejo, verdad
sin engaños, siempre
enseñará lo que hay
entre las cortinas del pasado.
MGabriel
Portilla México
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