en ese
día tan esperado,
y di
gracias mirando al Cielo,
¡mis
rezos había escuchado!.
Dijimos:
¡Hola!, nos miramos,
temblar
me hizo tu sonreír,
desmayé
cuando nos besamos
y no
supe nada más que decir.
El
mundo desapareció,
yo
estaba ensimismada,
mi
corazón enmudeció
otra
vez, al ver tu mirada.
Calle
arriba anduvimos
sin
mediar una palabra.
bien
sabíamos los dos
lo que
a solas nos esperaba.
Cuando
nos íbamos a besar
en un
éxtasis sin pudor,
sonó impasible
y sin avisar,
la
alarma del despertador.
El
despertar, me hizo abandonar
ese
momento lleno de pasión;
volveré
a implorar con ilusión,
¡aunque
solo me quede soñar!
Isabel San José Mellado
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