las horas que se hacen eternas,
poder sentir que puedo
acariciar el tiempo en sus manos
y dormir en su abrazo en la madrugada.
Es que sus manos son
las que sostienen el alma
y saber que son sólo mías
hace que todo sea alegría
y en esta tonta agonía esté usted
que me devuelve la vida.
Mire cómo me tiene aquí
escribiéndole poesía,
matando y atando los días
que nacen y mueren
cuando tú llegaste a mí un día.
Mire usted
que de sus ojos soy prisionera
y de sus labios está la vida eterna,
de su abrazo la cura
a esta locura llamada amor.
No intento seducir la razón,
quiero que su pensamiento
enloquezca al recordar
cada momento de hoy.
M. Gabriel Portilla
Eres mi poesía más bonita
Tulancingo, Hidalgo, México
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