sábado, 31 de mayo de 2014

Buena conciencia

Con origen en el vocablo latino conscientia (“con conocimiento”), la conciencia es el acto psíquico mediante el cual una persona  se percibe a sí misma en el mundo. Por otra parte, la conciencia es una propiedad del espíritu humano  que permite reconocerse en los atributos esenciales.
Resulta difícil precisar qué es la conciencia, ya que no tiene un correlato físico. Se trata del conocimiento reflexivo de las cosas y de la actividad mental que sólo es accesible para el propio sujeto. Por eso, desde afuera, no pueden conocerse los detalles de lo consciente.
La etimología de la palabra indica que la conciencia incluye aquello que el sujeto conoce. En cambio, las cosas inconscientes son las que aparecen en otro nivel psíquico y que son involuntarias o incontrolables para el individuo.
La filosofía considera que la conciencia es la facultad humana para decidir acciones y hacerse responsable de las consecuencias de acuerdo a la concepción del bien y del mal. De esta manera, la conciencia sería un concepto moral que pertenece al ámbito de la ética.
Esta conciencia es la que nos conduciría en todo nuestro proceso vital: pensamientos, palabras, acciones, actitudes,... de carácter consciente, realmente humano.
Un acto es realmente humano cuando se realiza responsablemente y sólo somos plenamente responsables de nuestras acciones, palabras, pensamientos y actitudes cuando:
  1. Somos libres para decidir, sin coacciones ni imposiciones externas.
  2. Sabemos lo que hacemos: somos plenamente conscientes de su significado.
  3. Hay voluntad de querer hacer, decir o pensar algo.
A veces tenemos una conciencia demasiado laxa: "todo vale", nada tiene apenas importancia, todo tiene casi el mismo valor; esta conciencia nos acarreará una gran desorientación, falta de criterios. Otras veces es al revés: es tan rígida y estricta que cualquier pequeño error, incluso involuntario, nos ocasiona fuertes remordimientos y sentimientos que acaban generando enorme cantidad de sentimientos de culpa hacia nosotros mismos o hacia los demás.
Razón por la cual se hace necesario "formarla" adecuadamente: ni excesivamente laxa ni excesivamente rígida o encorsetada.
¿Qué medios tenemos para formarla?: Las propias leyes y normas civiles de los estados, códigos éticos mundialmente reconocidos (Carta Universal de los Derechos Humanos, Carta de la Tierra, Declaración del Milenio,...) o en el caso de los cristianos -además de lo anterior- la Doctrina Social de la Iglesia y, por encima de todo, la Palabra de Dios y dentro de ella las palabras, hechos y actitudes de Jesucristo.
Todo pasa por la conciencia; por lo tanto... razón de más para tenerla muy en cuenta.

CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO:
Analicemos esta situación: "Un hombre recibe una oferta de empleo como "MENSAJERO": su trabajo va a consistir en transportar unos paquetes, uno cada semana, a una serie de direcciones. Durante meses estuvo realizando esta labor y en una de estas entregas es detenido por la policía "como autor del delito de TRAFICO DE DROGAS"; estas drogas con las que había traficado habían ocasionado ya dos muertes". Analicemos la situación:
  • ¿Era este hombre libre para realizar este trabajo?, ¿alguien le obligó a realizarlo?.
  • ¿Quería decididamente realizar ese trabajo de MENSAJERO?. ¿Quería decididamente ser TRAFICANTE DE DROGAS?.
  • ¿Sabía realmente lo que estaba haciendo?, ¿era consciente de que estaba traficando con drogas y de las consecuencias de ese tráfico?.
  • CONCLUSIÓN: ¿Era realmente responsable de lo que estaba llevando a cabo?: SÍ-NO y por qué.
  • ¿Qué otras situaciones podríamos apuntar en las que se observe la atención sobre los "criterios para averiguar si somos realmente responsables de nuestros actos o no"?.

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