miré
al piso y era un abismo,
temía
pisar, parecía no tener fin;
mi
mente era sólo el rayo de luz.
El
pensamiento me llevaba
a
ese rincón púrpura,
miedo
me daba intentar
tocar
el piso.
Ese
día sigue en tono gris
caminando
por la calle,
la
magia de la sonrisa
devolvió
mis alegrías.
Seguí
en ese día dos,
número
que enmarca
miedo
al dolor, suspiro
que
mata al corazón.
Mgabriel Portilla MÉXICO
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