Dejé volar dos ángeles
celestiales
para ver la
llegada de dos ángeles terrenales 
que hoy de mi
mano caminan 
y vosotros dos
me guían.
Jamás olvidaré
el dolor
de su partida, sin
mirar 
el rostro de la
felicidad.
Puedo aun
sentir ese llanto
que mi alma no
olvida,
pero me gana el
recuerdo.
La llegada de
ese alguien
que llegó para
quedarse, 
mi compañero de
vida.
Años después
llegó ese milagro,
mi dulce
princesita bailarina
de mis sueños.
Soy madre y
creo que todo 
vale la pena
por ver las sonrisas
de aquellos
seres que sólo vienen 
hacer feliz
para vernos sonreír.
Mgabriel Portilla México

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