Y
le envolvió entre versos
de
ésos que reflejaban
los
besos suyos.
Entre
una y mil poesías
él
le regalaba nostalgias
al
abrazar el alma.
Era
de bellos versos
de
ésos que el sol
solía
leer al alba.
Pero
no es que ella
fuera
témpano de hielo,
más
bien que ella gozaba del frío.
Entre
la pasión solía
derretirse
en el destello
de
sentirse viva.
Verdad
o mentira
ella
sentía el amor
en
cada palpitar del corazón.
Y
entregando el amor
cuál
eclipse de amor
sople
de vida al dolor.
María Gabriel Portilla México
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