con esa puesta de sol que iluminaba,
como esa mirada que cautivaba, no era cielo ni mar.
Agibílibus, tan genio,
tan picardía, tan él,
besaba cual caricia
al tulipán blanco,
tan fijas sus metas
que me enamoró.
Mire usted,
no sé si era yo o era él,
pero me atrapó ese ímpetu
que los suspiros me robó,
y hoy navego en la distancia
de un amor que se guarda en la razón.
Parecía esculpido por los ancestros,
milenios de sabiduría
imaginando cielos y océanos,
sentado contemplando el tiempo,
de reojo me miraba.
Agibílibus, ingenioso marcaba su vida,
entre caminos a mi universo,
quizás él, quizás yo.
Majestuosa su aura
y las montañas que lleva a cuestas,
mitigando el amor
que hoy es para dos.
Tan tú, tan yo y en esta memoria
guardé lo mejor de nuestro amor.
MGabriel Portilla
MaGa TiCio
Tulancingo Hidalgo, MÉXICO
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