Cual flechas, 
sus ojos se clavaron en mi alma, 
me mataron tan lento 
que sentí como mi sangre 
susurraba su nombre. 
Sus ojos fueros espadas 
que se quedan en mi corazón 
sólo para que sus locuras 
me hagan perder mi razón. 
No conforme con eso 
sus sonrisas eran 
balas a quema ropa, 
disparadas para matarme. 
MGabriel Portilla 
MÉXICO

 
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