Sabíamos que el tiempo era
nuestro más cruel verdugo,
que nuestro amor lo puede todo
pero no sabemos
si también con el tiempo.
en el silencio entre lunas,
somos dueños del tiempo,
donde jamás seremos más
que este te amo
en medio del sol.
Dueños del tiempo
donde somos
dulce sabor a prohibido
o tal vez amarga realidad
que navega en la vida
de este andar.
¡Qué importa cuanto tiempo pase!,
¡qué importa cuantas vidas!,
sólo déjame huellas
para seguirte, amor mío.
Y quizás en otra vida
pueda amarte y jamás soltarte
porque en ésta llegamos tarde,
a destiempo, a nada determinar
nuestro andar vida mía.
Seamos dueños del tiempo.
M Gabriel Portilla
Tulancingo Hidalgo, MÉXICO
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