Entre la estrecha línea
del hambre y la sonrisa,
está la cordura y dura realidad.
Las alas del hambre
vuelan hasta la nostalgia,
de ese ser indefenso
tan lleno y vacío.
Entre los juegos
el sediento corazón,
que del hambre costumbre
es hoy.
Imaginando manjar
que nunca comió,
que jamás probará
y no conocerá.
Piedad al ser que hoy
nada comió, un sorbo
de una ilusión
en espera de la vida hoy.
Esperando el milagro
del hombre,
pues sólo él puede
ayudar a volar en alas de hambre hoy.
MGabriel Portilla
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