Sabían trabajar la tierra y obtener cosechas y en vez de quedarse cada cual con su parte lo que hacían era ponerlo todo en común: de esa manera lograban que nadie pasara necesidad, nadie se hacía rico más que nadie pero tampoco había pobres ni nadie pasaba hambre.
Compartían además una gran casa común que habían construido entre todos y cuando ésta se dañaba por los temporales todos colaboraban después en repararla, poniendo a disposición de todos sus habilidades, destrezas y saberes sin reclamar pago alguno.
En época de frío se apelotonaban unos con otros a pesar de los naturales pinchazos que se daban debido a esas apreturas con los pinchos de su piel; en épocas de calor se abanizaban también unos a otros y así aminorar sus efectos.
Si alguien inventaba algo que fuera beneficioso... en lugar de patentarlo inmediatamente reunía a todos los demás y les enseñaba cómo lograr lo mismo que él; consideraban que "puesto que la vida es un regalo que nadie puede adquirir para sí mismo antes de nacer... ¿cómo iban a considerar todo lo que con ella venía como una propiedad y hacer negocio con todos los logros que venían gracias a esa vida?".
Y si algún depredador los atacaba ellos formaban una inmensa pelota agarrados unos a otros hasta hacerle huir: el depredador no se atrevía con todos a la vez y temía ser aplastado por ellos que en esa defensa parecían ser todos uno.
Tendía
a aislarse cada vez más, no compartía sus pequeñas cosas ni su tiempo; se
volvía receloso y sólo se acercaba a los demás cuando
creía que podía obtener algún beneficio de esa relación.
Esa
tendencia fue en aumento, hasta el punto que apenas
se le veía siquiera conversar con nadie. Incluso
hacía cosas del todo inusual:
Aunque había una casa común en la que todos cabían olgadamente, él empezó a excavar y excavar fuera de la casa, en un lugar apartado de la isla, hasta
conseguir fabricar un inmenso espacio vacío dentro de la apretada tierra. Nadie
sabía porqué.
Mas
pronto se adivinó su intención: Empezó a almacenar en
ese gran espacio interior los frutos de sus cosechas, frutos
que no compartía ya con nadie desde hacía tiempo.
Al
preguntarle sobre ese proceder contestó:
- "Hay
que ser previsores; ¿qué pasaría si vinieran años malos y
las cosechas fuesen malas?; conviene, pues, ahorrar lo más posible, almacenar
riqueza, y así nunca me faltará de nada; vosotros
haced lo que queráis, yo voy a ir a lo mío".
Al
principio todos le criticaban y se reían de él:
- "Se
le van a pudrir los alimentos ahí dentro. Además,
¿cuándo le ha faltado algo a alguien?".
Y
optaron por dejarlo estar.
Mas...
algunos empezaron a pensar que, quizás, este erizo estuviera en lo cierto y
también se preguntaban:
- "¿Y si fueran mal las cosechas?; ... él
no va a compartir nada, lo guarda todo para él; así
que... si no nos espabilamos y no hacemos lo mismo... puede
que nos muramos de hambre".
Y
empezaron a comportarse como este primer erizo.
Muy
pronto ya todos actuaron exactamente igual: nadie quería quedarse atrás,
"nadie quería morir de hambre debido a una mala cosecha: convenía
mantener a buen recaudo sus pertenencias y no compartirlas con nadie para
que no disminuyeran sus riquezas".
Y
llegó el invierno. Siempre habían sido duros, muy duros, y
éste no fue ni más ni menos que los anteriores, pero fue duro. Cada
erizo se hallaba solo en su gran galería rodeado de todas sus riquezas; nadie
quedó en la gran casa de todos, estaba completamente vacía.
Acabó
el invierno y todos sus rigores y al llegar la primavera... ningún
erizo subió a la superficie de la isla, a pesar del buen tiempo y
la belleza de sus campos en flor y llenos de vida.
El
silencio en las madrigueras era absoluto y un desagradable olor se
estaba extendiendo por toda la isla hasta que, llegado
el verano, éste se volvió insoportable.
Los
erizos habían muerto todos.
Los erizos no murieron de hambre... sino de frío.
Los erizos no murieron de hambre... sino de frío.
(Desconozco su autor. Conocí este cuento escuchándolo contar a un terapeuta de Proyecto Hombre, Zaragoza,).
CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO:
- ¿Por qué los erizos permanecían apretados, en épocas de frío, a pesar de los pinchazos que se daban con sus púas?, ¿qué puede significar esta metáfora?. ¿Qué relación tiene esto con nuestra convivencia?.
- ¿De dónde arrancó el principio del fin de aquella tribu de erizos?. ¿Cuáles pueden ser nuestros principales enemigos para nuestra convivencia?.
- ¿Qué criterio siguieron los erizos ante los riesgos: el suyo propio o el de otros?. ¿Qué criterios tenemos sobre lo que debe ser nuestra convivencia?, ¿cómo la estamos viviendo de hecho?.
- ¿En qué puede mejorar nuestro grupo para ser realmente un espacio más fraternal?. ¿Qué estás dispuesta a hacer o poner de tu parte hoy para lograr esa fraternidad que a veces echamos en falta?.
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