No hay Historia de amor
que termine en final feliz
si de sus manos
no somos dueñas.
se quede esperando
por el beso añorado
ni el abrazo soñado.
Voz de quimeras
llenas de una dulce mentira
que se llaman auroras,
donde al amanecer
se marcha sin querer,
sin sentir, sin soñar.
Al final ella,
quien escribe la historia,
se queda sin gloria
y sólo vuela en libertad
con los ojos
llenos de esperanza.
Ojalá el amor
no fuera moribundo,
que soñara y que
de la vida diera
y que no partiera.
Mgabriel Portilla
MÉXICO
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