El rostro constituye uno de los primeros estímulos que
recibimos al nacer y desde el punto de vista biológico, psicológico y social es
el objeto visual de mayor significación para el ser humano (Lopera, 2000).
Es una reacción
que se presenta en nuestro cuerpo ante una situación determinada, dentro de
esta reacción encontramoscomponentes cognitivos (pensamientos,
creencias o actitudes),fisiológicos (que signos aparecen ante una
emoción, cómo por ejemplo, respiración agitada, aumento del ritmo cardíaco) yconductuales (qué
hacemos cuando aparece esa emoción, cómo por ejemplo huir ante una situación
que nos genere miedo).
Tienen un componente
innato, ya que las emociones cumplen un papel adaptativo, nos conectan con
el mundo, y un componente de aprendizaje derivado de la
experiencia directa, al enfrentarnos a esas situaciones que lo generan, o por
observación (qué conclusiones sacamos de esas experiencias, como hemos valorado
esa situación y cómo vamos a interpretar esa situación a partir de ahora). Por
ejemplo, una persona que ha sufrido un episodio en el que un perro le ha
mordido, puede desarrollar fobia a los perros, y es que, a pesar de que su
cuerpo reacciona ante un peligro o amenaza real (la mordedura del perro), dicha
persona puede generalizar esa interpretación de amenaza en situaciones futuras
que no se correspondan con un peligro potencial. Es decir, si esta persona, una
vez que el episodio ha finalizado, interpreta que cualquier perro o estímulo que
se asocie con un perro (collar, veterinario, etc.) es un peligro real, la
interpretación de amenaza desencadena una reacción emocional de miedo intensa.
Dichas interpretaciones o creencias que esa persona tiene de que los perros van
a morderle, puede que cada vez sean más intensas o frecuentes y probablemente
evite situaciones en las que pueda encontrarse con perros, por miedo a que le
puedan hacer daño. Por lo que a pesar de que ese miedo en su origen fue una
respuesta innata ante un peligro real, se ha condicionado una respuesta de
miedo ante estímulos que esa persona interpreta como amenazantes y que no se
corresponden con la situación de peligro real.
Las emociones nos
preparan para adaptarnos al entorno y poder así resolver las
situaciones que se nos presentan, nos dan ese empujón para poder afrontarlo.
Sin embargo, una vez que la situación ha pasado, la interpretación que demos es
muy importante, ya que va a influir en situaciones futuras. En esta
interpretación hacemos un balance sobre nuestras necesidades, motivaciones o
metas.
Por ello, cada uno de
nosotros tiene su manera de vivir o experimentar las emociones, dependen del
aprendizaje, de nuestro estilo de afrontamiento, nuestra personalidad, la
manera de interpretar la situación, etc.
¿Qué emociones básicas encontramos y qué mensaje
tienen?
Hay autores que han recogido evidencia a favor de la universalidad de siete
expresiones faciales correspondientes a las emociones identificadas
habitualmente cómo básicas o primarias, que son; miedo, ira, tristeza, alegría,
sorpresa, asco y desprecio (Ekman, 1997; Ekman y Heider, 1988).
Al ser emociones que se han encontrado en diferentes culturas, nos hace
pensar que probablemente han evolucionado para ayudar a comunicar nuestros
estados emocionales a los demás y provocar en ellos una respuesta acorde a este
estado emocional (Fridlund, 1994).
Encontramos entonces que cada emoción tiene una función adaptativa,
permiten la supervivencia y poder así, resolver los problemas que se
nos presentan, por ello el miedo aparece cuando sentimos que estamos en peligro
y nuestro cuerpo se prepara para luchar o huir. La ira nos indica que nosotros,
nuestro entorno, nuestros intereses o necesidades, están siendo amenazados y
nuestro cuerpo al igual que en el miedo se prepara para hacer frente a esa
agresión o huir de ella. La tristeza surge ante las pérdidas importantes,
nuestras energías se encuentran más reducidas, suele aparecer el llanto como
forma de canalizar ese “dolor”, nos centramos en las consecuencias de esa pérdida,
en reestructurar nuestro entorno. La alegría nos trasmite tranquilidad, nos
aleja de las preocupaciones. La frustración nos indica que no hemos obtenido el
resultado que deseábamos.
Hay muchas emociones, no sólo las básicas, y cada una de ellas nos trasmite
un mensaje diferente, tenemos que pararnos para escuchar ese mensaje, ver si se
corresponde con la situación o si es una falsa alarma y la reacción o
interpretación no se corresponde o es demasiado intensa.
¿Se pueden eliminar las emociones que nos causan
malestar?
Como he mencionado antes las emociones son adaptativas y nos vinculan con
nuestro entorno, si eliminásemos las emociones que nos causan malestar y nos
quedamos solo con las agradables, hay situaciones que no tendrían mucha
coherencia, y nuestra supervivencia podría verse afectada. Por ejemplo, en el
fallecimiento de una persona de nuestro entorno, la tendencia natural de la
emoción es tristeza, estar alegre en esa situación no tiene mucho
sentido.
Además, dependiendo del vínculo con esa persona, la emoción será más o
menos intensa. Un duelo es de las peores situaciones a las que se enfrenta una
persona, por eso lleva su tiempo el manejo de todas las emociones que se
presentan, de canalizar ese dolor, es un proceso muy duro, en el que siempre va
a haber una emoción asociada a la persona fallecida.
¿Estamos acostumbrados a no entrar en contacto con las
emociones “negativas”?
Sí, estamos acostumbrados a querer encontrarnos bien y a veces tenemos
etapas o temporadas que estar mal, es lo más normal del mundo y tenemos que
canalizar esas emociones, trabajar con ellas, aprender a reconocerlas y
manejarlas.
¿Se puede aprender a manejar las emociones?
Sí, las emociones van a aparecer, es inevitable, pero lo que sí que podemos
manejar es la intensidad de esas emociones.
El primer paso es identificar qué tipo de emociones surgen en nosotros,
aprender a detectarlas, ver qué mensaje nos trasmiten para saber si nuestra
reacción emocional es adecuada o no a la situación. Aprender a aceptar y expresar
las emociones, no intentar reprimirlas, ya que cuanto más la reprimamos más
intensas se van a hacer. Técnicas o herramientas de regulación
emocional.
Otras técnicas cómo la relajación, autoinstrucciones, reestructuración
cognitiva, etc. son herramientas para complementar este manejo de las
emociones.
Para terminar os
dejo el enlace de una de las escenas de la película Del Revés: