Érase una bella alondra que había pasado toda su vida encerrada
en una jaula, y, aunque la jaula era linda y amplia y siempre estaba limpia, la
alondra no era feliz.
Sentía el tiempo pasar por su frágil cuerpo, podía adivinar a la
muerte aproximándose y no comprendía su propia infelicidad. ¿Por qué serlo
teniendo maíz y agua fresca con que saciarse todos los días, un amo dedicado
que le susurraba con cariño y a quien regalarle su dulce canto; en fin, un
hogar?.
No obstante, algo en su interior le gritaba que había más… Una
mañana, cuando su amo abrió, como de costumbre, la jaula para asearla y
reemplazar las vasijas vacías por otras llenas; obedeciendo a un impulso incontrolable,
casi brutal, picoteó con fuerza la mano del niño y, aprovechando que este
retrocedió inducido por el miedo súbito que le había provocado aquel extraño
comportamiento, batió las alas y se elevó. Vio al pequeño patio quedar atrás y
sintió el frío impacto del viento.
Una fuerza desconocida la impulsó a mover las alas con más
fuerza. Se dio cuenta de que eso la hacía volar más alto, así que siguió
elevándose sin importarle el cansancio que empezaba a apoderarse de ella. ¿Cómo
podría importarle?. Era feliz.
CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO:
- ¿Qué le impulsó a la alondra a tratar de salir de aquella jaula?. ¿Qué razones podía tener para "no ser feliz"?.
- ¿Te consideras una persona libre?, ¿quieres realmente lo que tienes y quien eres?. ¿Querrías explorar nuevas posibilidades de vivir feliz?.
- ¿De qué depende que puedas crecer en libertad, especialmente contigo misma?.
- ¿A qué te comprometes hoy para dar respuesta a tus ansias de libertad y superar los miedos frente a las posibles dificultades que puedas encontrarte?.