Ante la luna que marcaba la media noche,
entre la neblina y la llovizna,
aquellos viajeros agazapados en el silencio,
descubiertos por aquellos guerreros,
que sólo defendían lo suyo, lo nuestro.
y la derrota para aquel viajero,
alargando la agonía
de aquéllos que aún
no entendían su llegada.
Ese enemigo que ya sin alimento
huía hacia otro lugar,
sin contar que aquéllos
que ya eran multitud
defendían su cultura, sus costumbres,
cometiendo hombres y caballos
morían bajo las armas.
Armas que acababan
con la vida de unos y otros,
viajeros muriendo a la par
que cientos de sus aliados,
ni los dioses les ayudaron,
entre los suspiros de vida
no había más que desolación.
Cuenta aquel viajero
en sus cartas interminables
lo sorprendido de aquellos dioses ante sus ojos;
no le alcanzaba lo mirado,
todo lo que veía era la lucidez
de un imperio de dioses,
belleza llena de metales preciosos.
Mgabriel Portilla MÉXICO
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