Parecía que la vida apenas empezaba;
ella era una chica tímida
llena de miedos y fantasías,
él era un chico de ésos
que mirabas y desmayabas.
al menos eso creía,
pero algunos chicos
la miraban tras del cristal
y soñaban con su amar.
Un buen día él, así sin más,
se acercó y le habló,
ella temblaba cual hoja al viento
y el corazón no le dejaba de palpitar;
con una sonrisa le dijo hola.
El con la sonrisa que mataba
le dio una nieve y le invitó a caminar;
ella se sorprendió y caminando
todos le miraban,
ella se sentía volar.
A esa edad, ¿qué se podía esperar?,
todo era de ensueño…;
pasaron los días
y es que ella sólo podría
amarle en su soledad.
Un buen día le sorprendería
caminando como todos los días;
caminaron a ese árbol
donde sus citas proponían.
Ella ya con la venda en los ojos
caminaba emocionada;
al llegar al lugar…
estaban los pétalos de rosa
y ese cartelito que
invitaba a ser su novia.
Ella pensó que sólo era un verano
pero él ya sabía
que a su lado quería estar,
por un año su amor disfrutaron
y siempre bajo ese árbol
él le profesó amor.
Y aun en su memoria
guardaron el recuerdo de ese amor;
hace algunos meses,
en el reencuentro,
el alma revivió y sólo recordaron
lo que para ellos era amor...
en un verano que no terminó.
Mgabriel Portilla MÉXICO
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