Su enfado era más que notorio: sus gritos, insultos contra el educador que le negó la entrada al comedor, sus burlas hacia el conjunto del recurso y sus “estúpidas” normas –según él- era lo único que resaltaba.
-“Siéntate”, le dije. Y se sentó.
-“¿Qué te parece si antes de hablar
respiramos un poco?”, añadí.
-“¡Déjate de bobadas!, no estoy para
perder el tiempo. Tengo que entrar al comedor y estamos ya en el último turno y
si llego más tarde no entraré”.
-“Y si no me cuentas qué es lo que pasa
con calma y sin faltarle el respeto a nadie tampoco entrarás, así que es mejor
que empecemos por el principio. ¿Qué pasó para que hayas llegado hasta aquí en
ese estado que hace unos segundos manifestabas?”.
-“Pues lo de siempre. Estaba ahí ese tío
controlando la entrada al comedor y nada más verme ya me dijo que no podía entrar
allí ¡y no me dejó entrar!, ¡decía que estaba bebido!”.
-“Y has bebido y no poco, y estoy seguro
que hasta tú te hueles el “aroma” a vino y además bien fuerte. Esto no es cosa
sólo de un trago. Sabes además y de sobra que con esos síntomas no se puede
entrar al comedor así que… ¿por qué has intentado aún así poner a prueba al
compañero que tiene la poco agradable tarea de determinar quién puede y no
puede entrar al comedor?”.
-“Vale, sí, he bebido pero no soy como
otros que no se tienen ni de pie. Yo no me meto con nadie y si no me crees…
pregunta a ver cuándo he armado yo alguna bronca aquí. Yo me controlo y no armo
escandaleras”.
-“Hace un rato estabas poniendo como un
zapato al compañero y da igual que lo hagas en privado delante de mí como que
sea delante de todo el mundo, el hecho es el mismo”.
-“Vale, estaba muy enfadado y necesitaba
sacar esa rabia que tenía encima. Perdona. Pero yo no le hago daño a nadie”.
-“¿Qué no le haces daño a nadie?. ¿Estás
seguro de eso?”.
-“¡Sí!, completamente. Pregunta a quien
quieras”.
-“Te lo pregunto a ti. Y no te lo
pregunto por lo que ha pasado hoy, te lo pregunto por todos esos días en que
has venido igual o peor. Te lo pregunto por todos esos otros días y semanas en
que ni siquiera has aparecido por este lugar y tú sabes sobradamente las
razones de por qué no venías”.
-“Pero eso es problema mío; ¿a quién le importa
lo que a mí me pase?”.
-“A ti no, desde luego. A ti no te
importa estar como estás. A ti se te pasa por alto incluso que eres alguien,
¡eres ALGUIEN!, y ese alguien que eres merece respeto, merece cuidados, necesita
de tu amor, de tu atención,… pero ¿te escuchas siquiera?, ¿atiendes lo que hay
en ti o prefieres y preferirás seguir escapando como hasta ahora?. ¿Y me dices
que “tú no le haces mal a nadie”?, ¿es que tú no eres una persona?”.
El hombre mantuvo su mirada en mis ojos durante un rato. Luego la fue bajando lentamente al tiempo que agachaba su cabeza entrando ambos en un silencio que él mismo interrumpió para preguntarme: “¿Qué puedo hacer?”.
No se trata sólo de “no hacer mal a nadie”
bajo el supuesto de que en ese “nadie” no estamos incluídos nosotros. Se trata
de poner eso en positivo, eso en primer lugar, y en segundo lugar “hacer bien
a todo el mundo” y sabiendo que en ese “todo el mundo” estamos también nosotros.
Y si no empezamos por amarnos a nosotros
mismos ¿qué autenticidad y credibilidad habrá en nuestras palabras e incluso en
nuestros propios hechos que mostramos de cara a la galería?.
La autoestima es eso: es estimarse a uno
mismo. ¡Es tan simple!. Y te estimas a ti mismo cuando te respetas, cuando te
cuidas, evitas aquello que pueda hacerte daño y potencias cuanto pueda hacerte
bien, cuando creas armonía en tu entorno pues esa armonía luego será tu hogar,
será el ámbito natural en el que te moverás.
Quererte a ti mismo/a es apostar por ti,
confiar y creer plenamente que vales la pena, haya pasado lo que haya pasado
hasta ese momento en que tomas conciencia de quien eres y de tu inmenso valor.
Los demás podrán decir lo que quieran y podrán pensar lo que les apetezca… pero
nadie mejor que tú sabrá realmente quien eres, lo que hay en ti y esa voluntad
tuya capaz de todo si la valoras también un poco más.
Santi Catalán
PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO:
- ¿A qué conclusiones llegas tras leer esta entrada?. ¿Qué piensas del diálogo narrado en este artículo?.
- ¿Qué es para ti la "autoestima", en qué consiste o ha de consistir?.
- ¿Te consideras una persona que se ama a sí misma?. ¿En qué ves que demuestras tener autoestima y en qué ves que no?.
- ¿Qué puedes hacer hoy para mejorar tu autoestima?, ¿qué pasos vas a dar?, ¿por dónde vas a empezar?.
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