Y ahí estaba sentada esperando el turno
como se espera la llegada
impaciente, inconsciente del daño.
palpitaban llena de vida
y en mi mente… sólo muerte.
Y es que parecía irreal,
sólo una fantasía,
suspirando la agonía.
¡Piedad!.
¿Cómo matar y no sentir
el ahogo de la conciencia?;
ya me habían hablado de este sentir,
con el tiempo será el duro verdugo.
No quiero llorar, veo que
mi turno está por llegar;
no puedo más
y mis manos tiemblan
y mi alma muere lentamente.
¿Cómo seguir…?.
Decido marcharme.
Mi hijo tiene cinco añitos,
me mira y hoy sonríe...
¡Qué gran bendición!.
La vida de tu vientre
es tu vida en el corazón,
suspiros que laten y sonríen hoy.
¡No al aborto,
no a la muerte
del inocente!.
Mgabriel Portilla MÉXICO
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