Te marchaste
sin decir palabra
después de
amarme con bravura.
Ahora pides
que mi puerta abra,
porque vives
rondando la locura.
¡Tuviste
mucho valor al hacerlo!
¿O tal vez
fuese un acto cobarde?
En realidad,
ni me importa saberlo,
indiferente
me es si tu sangre arde.
Comentas en
tu carta que agonizas.
“Sediento de
tu placer”, me escribes.
Pero aquél
amor quedó hecho trizas
y olvidado
bajo tierra como aljibes.
Ya esa sed para
nada me importa.
¡Bebe en esa
fuente que te saciaba!
Siempre supe
que te fuiste con otra
pagando por
fingir lo que yo te daba.
No insistas
más, te lo pido por favor,
desde tu
marcha para ti estoy muerta,
mi orquídea
echó a su sequía el valor
que tú no supiste echar tras la puerta.
Isabel San José Mellado
Derechos de autor - España
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