Hecho por las manos
del dios tormenta Tlaloc,
que tuvo tino al lanzar el rayo
entre agaves que naufragaron.
era el dulce sabor
que a nuestros antepasados cautivó,
aunque no sabían
si era sueño o realidad este elixir
que al probar los hizo volar.
Entre noches y días
los años pasaron
y este sabor a licor permaneció
y a los dioses pertenecen
el que perdure en el tiempo,
es deseo de Tlaloc.
Sólo para degustar
entre la tierra y el cielo
descubrir que se pueden
las agonías olvidar
con tan sólo tequila servir.
Y entonces entendí
que el tequila alivia el alma,
sacude y te da calma,
claro todo con medida,
porque si tomas de más
la cabeza perderás.
Mgabriel Portilla MÉXICO
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