Él.- El sol, espero acaricie
la hiedra de
la fachada.
Se fue el
blanco del tejado
mostrando su
rojo teja,
ya pintan
verdes los campos
y se airean
las alcobas
con las
ventanas abiertas.
Ella.- El sol parece inerte,
ya no calienta
mi alma,
tampoco me
deja verte
y el bosque
sigue en calma.
Ya pinta de
verde la tierra,
y la teja
muestra su desnudez
pero tú no
darás la vuelta,
para hacerme
feliz otra vez.
Él.- Los laureles agitados
aplauden la
madrugada,
canta el gallo
en la escalera
hecha de palos
de almendro,
crepita la
encina al fuego
donde se cuece
la olla
mamando la
teta juegan.
Ella.- ¡Qué
bonito lo describes!
¡Parece un
cuento de hadas!
Pero no creo
que olvides
que el dolor
moja las miradas.
Escucha del
gallo su cantar
y disfruta del
fuego su calor
que yo cuidaré
del altar,
que creé para
tanto amor.
Él.- Al fin
llegada la muerte,
la muerte del
frío invierno,
nace de nuevo
el amor.
El alma se
despereza
y duerme la
soledad
abrazada a la
tristeza.
Ella.- Durmamos entonces.
Él- Carlos Torrijos España
Ella- Isabel San José Mellado España
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