como si fueses mariposa
nocturna;
tus alas traen el
penetrante hedor
de una muerte solitaria y taciturna.
No quiero volver a sentir
tu presencia
ni seguir lamiendo mi sangrante
herida,
a pesar de que tu
penetrante esencia
quedase tatuada e impresa en mi vida.
Olvida los honores que de
mí obtuviste,
tu felicidad es solo una
febril victoria
de un corazón que jamás
amar quisiste
y que pisaste villanamente
como escoria.
Pareces ahora el fantasma
de la ópera,
navegando entre cloacas,
enmascarado,
buscando el insinuante sol
de primavera
o un amor para toda la vida
mancillado.
Isabel San José Mellado
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