Habían sido los dos muy
puntuales,
entraron hombro a hombro a la
cafetería,
mirándose con sonrisas
desleales
y cubriendo sus cuerpos de
ambrosía.
Pidieron dos cafés y mudos
quedaron,
sus lascivas miradas todo lo
decían,
olían a pasión y sin café se
quemaron;
sus almas hacía tiempo se poseían.
Se sentaron par a par junto a
la barra,
igual que adolescentes
temblaban,
pero ya no eran dos niños cara
a cara
si no dos cuerpos que se
deseaban.
Deseos creados a través de la
lejanía,
deseos saciados entre otras
sábanas,
deseos que ya parecían pura letanía
como olas en mares de plena calma.
Se tomaron los cafés sorbo a
sorbo,
se mojaron sus deseos labio a labio
y se marcharon juntos, codo a codo
desnudando sus cuerpos paso a
paso.
Isabel San José Mellado
Derechos de autor - España
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