Hay dos días en cada
semana en los que nosotros no debemos preocuparnos dos días que debemos
tener libres de miedos y desconfianzas.
Uno es ayer con
sus errores y aflicciones sus defectos y desatinos sus dolores y
sufrimientos. Ayer ya pasó para
siempre fuera de nuestro control. Todo el dinero del mundo no puede traer el ayer no podemos deshacer ni una sola cosa que hicimos ni podemos borrar ni una palabra que dijimos. Ayer se fue.
El otro día que nosotros no debemos de preocuparnos es el mañana con sus adversidades imposibles sus agobios, sus esperanzas llenas de promesas y pobre en desempeño, mañana está fuera de nuestro control.
El sol de mañana saldrá con esplendor o detrás de una máscara de nubes pero saldrá y hasta que esto no suceda no tenemos nada que ver con el mañana porque el mañana todavía no ha nacido.
Esto nos deja sólo un día: hoy cualquier persona puede pelear las batallas de un día es únicamente cuando adherimos las angustias de ayer y de mañana cuando nos quebramos.
No es la experiencia de hoy que lleva a la gente a la locura, es el remordimiento y la amargura de algo que pasó ayer, y el temor de lo que mañana nos pueda traer.
CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO:
No significa esto que "no podamos aprender del pasado" ni "debamos dejar el mañana al capricho de lo que vaya a pasar": somos nosotros quienes vivimos la vida, no ella que nos vive a nosotros. Pero:
- ¿Sirve de algo lamentarnos por las cosas que ya sucedieron?, ¿qué es lo que nos sirve del pasado, en qué y para qué puede ayudarnos su recuerdo?.
- ¿Sueles afligirte por lo que pueda suceder mañana?, ¿por qué?. ¿Qué hacer para evitar esa sensación de pre-ocupación que no nos deja disfrutar del momento presente?.
- ¿Qué puedes hacer hoy que te pueda servir para reconciliarte con tu pasado y hoy evitar los errores que en el ayer pudieras haber cometido?.
- ¿Qué vas a hacer hoy para vivirlo con intensidad y puedas decir mañana que "ayer fue un día estupendo"?.
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