Junté cada pedacito del corazón
y los fui pegando lentamente
con cada sonrisa
de quien me ama.
Fui cosiendo
con hilo y aguja,
sabiendo que algún día
me romperían nuevamente,
y entonces le hice un moñito
para que mis cicatrices
fueran bonitas.
Lloré hasta que,
de cada cicatriz,
flores salieran,
y ese olor se impregnara
en cada beso
cuando me abrazaran.
Y entonces entendí
que nadie entendería mi sentir,
ni mi proceder,
y que bastaría algo
para que yo sonría hoy.
Contemplo, observo
y voy caminando en silencio.
Disfrutando
de las maravillas de la vida
y ¿por qué no?:
hasta de aquello
que se ve y calla,
lo que se guarda y, sobre todo,
ese amor maravilloso
que sólo en ti encontré.
MGabriel Portilla
Tulancingo Hidalgo
Libélula literaria
MaGa TiCio
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