las palabras se doraban”.
(Alejandra Pizarnik)
Y ese negro de la noche
me abrazaba tan fuerte
que no dejaba que viera nada,
aún miraba tu silueta a lo lejos
con esa flor en la mano.
Y parecías tan sólo
un espejismo erguido
entre la luz de la luna,
a veces veía ese lobo
y otras veces al poeta.
Y tú con esa flor
que aún no sabes
qué nombre tiene
y yo ahí sin poder
gritar tu nombre,
quizás el miedo,
quizás el amor.
Y en mis manos
una hoja en blanco
escribiendo letras doradas,
poesías llenas de amor
y un "te amo"
colgado de tu estrella.
MGabriel Portilla
MÉXICO
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