En otra ciudad lejana, tenía un apá bien chingón y ¿saben qué?. Lo mejor de todo era que le gustaba una bebida única hecha para los grandes poetas como él. Era algo quisquilloso, pero tenía un corazón del tamaño del mundo.
En medio de un mar de gente nos hicimos apá y mija por cosa de un cuentito y se nos quedó, pero entre cosas de los días me enteré un día que cuando le visitan, él ofrece huitzila. Él se lo tomaba en barro para terminar en boca de botella jejejeje, pero se pone triste porque algunos sólo llegan a tres y él se queda con ganas de diez... Dice que no le aguantan el ritmo... pero cuando me escribe, me dice que no sabe en cuál de los dos WhatsApp debe responderme porque ve dos teléfonos. Tal vez el huitzila pega hasta al más valiente.
Miren ustedes, mi apá se avienta unos cuentos y unas frases pa' no buscar líos maritales jajaja, y ¿qué decir de su poesía para enamorar?.
A veces quisiera poder tener la dicha de conocerlo y, ¿por qué no?, jejejeje, echarnos esos huitzilas jaja, pero yo nomás uno y esperarme para que él se eche diez...
¡Ay apá!, usted sí que disfruta de cada instante y ¿cómo sería la vida si un día no lejano yo lo conociera... y de sus aventuras saber y seguramente conocer miles de historias?...
De pura risa y carrilla echamos cuando en la distancia nos encontramos... Y de chistes al sabor de jarros o caballitos de huitzila, que son locura y carcajadas.
A mi apá, Leo Carrión.
Mgabriel Portilla
MÉXICO
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