domingo, 7 de diciembre de 2014

Cuatro velas

Adviento: una llamada a estar vigilantes.
«Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida» (Juan 8, 12).
Vigilar significa estar atentos, salir al encuentro del Señor, que quiere entrar, este año más que el pasado, en nuestra existencia, para darle sentido total y salvarnos.
Enciende la primera vela:
Encendemos, Señor, esta luz, como aquel que enciende su lámpara para salir, en la noche, al encuentro del amigo que ya viene. En esta primer semana de Adviento queremos levantarnos para esperarte preparados, para recibirte con alegría.
Queremos estar despiertos y vigilantes, porque tú traes la luz más clara, la paz más profunda
y la alegría más verdadera. ¡Ven, Señor Jesús!.

Adviento: un tiempo de esperanza.
Nosotros esperamos, según la promesa de Dios, cielos nuevos y tierra nueva, un mundo en que reinará la justicia. Por eso, queridos hermanos, durante esta espera, esfuércense para que Dios los halle sin mancha ni culpa, viviendo en paz" (2ª Carta de San Pedro 3, 13-14).
Enciende la segunda vela:
Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel. Nosotros, como un símbolo, encendemos estas dos velas. El viejo tronco está rebrotando; se estremece porque Dios se ha sembrado en nuestra carne...
Que cada uno de nosotros, Señor, te abra su vida para que brotes, para que florezcas, para que nazcas y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza. ¡Ven pronto, Señor!. ¡Ven, Salvador!.

Adviento: un tiempo de gozo.
Que el propio Dios de la paz los santifique, llevándolos a la perfección. Guárdense enteramente, sin mancha, en todo su espíritu, su alma y su cuerpo, hasta la venida de Cristo Jesús, nuestro Señor(Tesalonicenses 5, 23).
Enciende la tercera vela:
En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz. Se anuncia la buena noticia: ¡El Señor va a llegar! . ¡Preparen sus caminos, porque ya se acerca!. Adornen su alma como una novia se engalana el día de su boda.
Cuando encendemos estas tres velas cada uno de nosotros quiere ser antorcha tuya para que brilles, llama para que calientes. ¡Ven, Señor, a salvarnos, envuélvenos en tu luz, caliéntanos en tu amor!.

Adviento es bendición.
"Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas y borracheras, nada de lujuria ni desenfreno, nada de riñas ni pendencias. Vestíos del Señor Jesucristo" (Romanos 13,13-14).
Enciende la cuarta vela:
"Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento(San Lucas 2,6-7).
La Virgen y San José, con su fe, esperanza y caridad salen victoriosos en la prueba. No hay rechazo, ni frío, ni oscuridad ni incomodidad, que les pueda separar del amor de Cristo que nace. Ellos son los benditos de Dios que le reciben. Dios no encuentra lugar mejor que aquel pesebre, porque allí estaba el amor inmaculado que lo recibe.
Nos unimos a María y José con un sincero deseo de renunciar a todo lo que impide que Jesús nazca en nuestro corazón.

CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO:
  • ¿Cuáles son tus esperanzas para este tiempo de Adviento?. ¿En qué esperas mejorar o superarte más?.
  • ¿Qué va a ser necesario para que esa esperanza no sea un simple deseo sino que pueda ser una realidad?. ¿Qué vas a poner de tu parte?.
  • ¿En qué necesitas estar "más vigilante"?, ¿qué necesitas prevenir o evitar?.
  • ¿Cuál puede ser tu compromiso de hoy o en esta semana para que esa vigilancia y esperanza se conviertan en gozo y bendición?.

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