El silbar del viento decía nuestros
nombres
cuando nuestros cuerpos en un abrazo
se
fundían y los besos de amor se perdían.
Y el mar detallaba nuestras ansias
que en caricias destellaban la alegría
de ser sólo mío.
La arena dibujaba nuestros cuerpos
que dejaban huellas de este amor
tan nuestro, tan lleno de ilusiones.
El sol derretía cada beso que nos
dimos
en medio de este mundo tan lleno
de luz, tan lleno de sueños la luna
sueña.
Fue el final de un día, con el amor de
mi vida,
con tu compañía el mundo es sólo
tuyo y mío, tan sólo de dos de este
nuestro amor.
MGabriel Portilla México
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