Y esto, prosiguió, porque “en el fondo, todos estamos caminando por el mismo camino”. Por tanto, “si la cosa no va por un camino fraterno, todos terminaremos mal: el que insulta y el insultado”.
Francisco también observó que “si uno no es capaz de dominar la lengua, se pierde”, y que por otra parte la agresividad natural, esa que tuvo Caín contra Abel, se repite en el arco de la historia”. No es que seamos malos, afirmó el Papa, “somos débiles y pecadores”.
Advirtió del peligro de la ligereza que lleva a inventar ´motes´, sobrenombres, un hábito muy extendido sobre todo en las culturas latinas, que a veces es un gesto amigable, pero en otras ocasiones puede ser ofensivo y convertirse en un insulto.
“Yo quisiera pedir al Señor que nos dé a todos la gracia de cuidar un poquito más la lengua respecto a lo que decimos de los demás. Es una pequeña penitencia pero da buenos frutos".
"Pedirle al Señor esa gracia de ajustar nuestra vida a esta nueva ley, que es ley de la mansedumbre, ley del amor, ley de la paz y entonces al menos podar un poquito nuestra lengua, podar un poquito los comentarios que hacemos de los demás o las explosiones que nos llevan al insulto o a los enojos fáciles. Que el Señor a todos nos conceda esta gracia”.
CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO:
- ¿Cuántas clases
de violencia conoces?, ¿alguna de ellas le hace bien a alguien?, ¿nos deja
indiferentes que alguien sea violento con nosotros con alguna de esas
formas?.
- Cuando practicamos la violencia
verbal (burla, insulto,...) ¿cómo nos sentimos nosotros mismos en ese
momento y también al cabo de un rato?, ¿conseguimos con ello alguna
mejora?.
- ¿Se observa en el grupo alguna
vez este tipo de paz?. ¿En qué lo has observado?. ¿Has resuelto esta
cuestión con quien observas que más incurre en ello?, ¿cómo hacerlo de las
mejores maneras?.
- ¿A qué te comprometes hoy para
dar paz con tu palabra y a no devolver mal por mal cuando te hablen con
poco o ningún respeto?.
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