El desarrollo emocional y social ha sido
conceptualizado de diferentes maneras. Se ha hablado de desarrollo personal, de
inteligencia emocional, de inteligencia social, de desarrollo afectivo, en
términos de alguna manera equivalentes, que apuntan a la necesidad de
considerar estos aspectos para lograr una educación más integral.
Salovey (1990), basándose en la teoría
de las inteligencias múltiples de Gardner, define la
inteligencia emocional extendiendo esas
capacidades a cuatro áreas principales que son:
- Conocer las emociones propias: capacidad para descubrir nuestros verdaderos sentimientos que nos permitirá asumir decisiones personales correctas.
- Manejar las emociones propias: para poder recuperarse con rapidez de las dificultades que la vida conlleva.
- Reconocer las emociones de los demás: para captar las señales que nos permiten conocer los deseos y necesidades de los otros.
- Manejar las relaciones: capacidad relacionada con la adecuación a las emociones de los demás y con la habilidad para establecer relaciones sociales.
El contexto social puede reaccionar en
relación con los estados de ánimo y con las demandas del niño de las siguientes
formas:
- Empáticamente: lo que supone una sincronización emocional que permite al niño sentirse reconocido y comprendido y le posibilita establecer vínculos positivos con el ambiente. Las personas que crecen en un ambiente social sintonizado emocionalmente con sus necesidades y emociones desarrollan un sentimiento de confianza y seguridad en sí mismas, que les permite llevar a cabo sus proyectos, asumir riesgos, ser creativos y embarcarse en proyectos que respondan no sólo a sus propias necesidades, sino también a las de los demás y a las de su contexto social más amplio.
- Negligentemente: que se refiere a la falta de respuesta o a la despreocupación por las necesidades del niño. Esto puede derivar en perturbaciones en el desarrollo cognitivo por falta de estimulación, como: retraso en el desarrollo psicomotor, retraso en el desarrollo del lenguaje y perturbaciones en el desarrollo emocional, como la dificultad para empatizar con otros y falta de empatía consigo mismo. En casos extremos puede llevar a una apatía emocional, con una seria dificultad para establecer vínculos personales positivos para sí mismo y para los demás.
CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO:
- ¿Qué piensas de estas propuestas para desarrollar adecuadamente el manejo de nuestras emociones y sentimientos?.
- ¿Te cuesta reconocer tus propias emociones y sentimientos y expresarlos?, ¿por qué, a qué crees que es debido?.
- ¿Cómo hacer para ayudarte a tí mismo/a en el manejo de tus emociones?, ¿y a tus hijos?.
- ¿A qué te vas a comprometer hoy para mejorar en relación con el conocimiento d etus emociones, su manejo y tambiñen en el reconocimiento de las emociones de los demás y su manejo?.
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