En un lejano
país hubo una vez una época de gran pobreza, donde sólo algunos ricos podían
vivir sin problemas. Las caravanas de tres de aquellos ricos coincidieron durante
su viaje, y juntos llegaron a una aldea donde la pobreza era extrema. Era tal
su situación, que provocó distintas reacciones a cada uno de ellos, y todas muy
intensas.
El primer
rico no pudo soportar ver aquello, así que tomó todo el oro y las joyas que
llevaba en sus carros, que eran muchas, y los repartió sin quedarse nada entre
las gentes del campo. A todos ellos deseó la mejor de las suertes, y partió.
El segundo
rico, al ver su desesperada situación, paró con todos sus sirvientes, y
quedándose lo justo para llegar a su destino, entregó a aquellos hombres toda
su comida y bebida, pues veía que el dinero de poco les serviría. Se aseguró de
que cada uno recibiera su parte y tuviera comida para cierto tiempo, y se
despidió.
El tercero,
al ver aquella pobreza, aceleró y pasó de largo, sin siquiera detenerse. Los
otros ricos, mientras iban juntos por el camino, comentaban su poca decencia y
su falta de solidaridad. Menos mal que allí habían estado ellos para ayudar a
aquellos pobres...
Pero tres
días después, se cruzaron con el tercer rico, que viajaba ahora en la dirección
opuesta. Seguía caminando rápido, pero sus carros habían cambiado el oro y las
mercancías por aperos de labranza, herramientas y sacos de distintas semillas y
grano, y se dirigía a ayudar a luchar a la aldea contra la pobreza.
Y eso, que
ocurrió hace tanto, seguimos viéndolo hoy. Hay gente generosa, aunque da sólo
para que se vea lo mucho que dan, y no quieren saber nada de quien lo recibe.
Otros, también generosos, tratan de ayudar realmente a quienes les rodean, pero
sólo para sentirse mejor por haber obrado bien. Y hay otros, los mejores, a
quienes no les importa mucho lo que piense el resto de generosos, ni dan de
forma ostentosa, pero se preocupan de verdad por mejorar la vida de aquellos a
quienes ayudan, y dan mucho de algo que vale mucho más que el dinero: su
tiempo, su ilusión y sus vidas.
¡Aún estamos
a tiempo de cambiar al grupo bueno!.
Pedro Pablo
Sacristán
CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO:
- ¿Qué hizo de bueno cada uno de los dos primeros ricos?, ¿en qué fue mejor el segundo rico que el primero?. ¿Por qué el tercer rico hizo lo mejor que se podía hacer?.
- ¿Qué opinas del comentario final que hace Pedro Pablo Sacristán sobre este "cuento"?. ¿Qué conclusiones obtienes?.
- ¿Somos a veces como estos dos primeros ricos?, ¿hay entre nosotros quienes necesiten algo más que dinero y comer sólo hoy?. ¿Qué podemos hacer para asemejarnos al tercer rico?.
- ¿Cuál va a ser tu compromiso del día de hoy para crecer en solidaridad verdadera con quienes tienes a tu lado?.
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