por tu columna vertebral,
como escalones,
entre las miradas inquietas de las estrellas.
Desde la clavícula fui marcando,
sembrando y arando
las letras de esta poesía.
Imaginándome
la dulce sinfonía de tus labios
y ese sentir
que palpita en cada latido.
El alma amordazad
para no emitir sonido alguno,
mientras mis manos traviesas
lo decían todo.
Me miré una y mil veces
en ese espejo literal de tu pupila
y me estacioné entre el horizonte
y el centro de tu pasión.
Dime tú, ¿qué haces
arando mis tierras,
recogiendo frutos
y hortalizas de mi cuerpo?.
Tu ser fue sembrado
a mi placer,
desmoronando la tristeza
y llenándome de alegría.
en ese espejo literal de tu pupila
y me estacioné entre el horizonte
y el centro de tu pasión.
Dime tú, ¿qué haces
arando mis tierras,
recogiendo frutos
y hortalizas de mi cuerpo?.
Tu ser fue sembrado
a mi placer,
desmoronando la tristeza
y llenándome de alegría.
MGabriel Portilla
Tulancingo Hidalgo, México
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