Felices quienes se bañan cada mañana en las aguas ardientes de la ternura y
la alegría.
Felices quienes renacen cuando perciben que aún conservan destellos del
niño o la niña que llevan dentro.
Felices quienes se reenamoran cada mañana y reinventan los besos, las
flores, las palabras, las miradas.
Felices quienes oran sin prisa, sin método, como si conversaran con su
mejor amigo.
Felices quienes sienten la amistad como un perfume siempre fresco, cuya
fragancia les embriaga.
Felices quienes derraman una lágrima ante la imagen de una mujer
maltratada.
Felices quienes descubren al atardecer de cada día qué es lo necesario y
qué lo superfluo en su existencia.
Felices quienes siguen soñando, recuerdan sus sueños e intentan hacerlos
realidad.
Felices quienes, cuando les aumentan el sueldo, analizan cuánto más pueden
compartir.
Felices quienes se detienen en el sendero de la vida, miran a su alrededor
con serenidad y continúan caminando.
Felices quienes se reservan cada día unos momentos de silencio para entrar
gozosos en su corazón.
Felices quienes beben en las fuentes de la Palabra y de los acontecimientos
cotidianos.
Felices quienes no se dejan abatir por los problemas, ni se complacen excesivamente
en sus éxitos.
Felices quienes se conmueven y luchan por eliminar la miseria, el odio y la
injusticia.
Felices quienes mantienen la esperanza, a pesar de tanta muerte, hambre y
violencia.
Felices quienes celebran con gozo las pequeñas e importantes victorias de
los pobres.
Felices quienes tejen con paciencia y firmeza a su alrededor redes de
solidaridad.
Felices quienes intentan descubrir en los demás lo positivo que tienen y
disculpan sus errores.
Felices quienes llenan su corazón de amor por la Madre Tierra y la cuidan
con ternura.
Felices quienes mantienen una búsqueda permanente del Misterio en lo
profundo de su corazón y en los demás.
Felices quienes vibran de gozo con su comunidad y se encuentran vacíos
cuando están lejos de ella.
Felices quienes son vulnerables, lloran, gozan y se mantienen fieles,
cercanos a los afligidos.
Felices quienes son perseguidos por seguir tercamente la estrella de la
utopía.
Felices quienes han descubierto que su cadena original de ADN y la de la
humanidad es el amor y la solidaridad.
Felices quienes trabajan por la paz en su vida y luchan a la vez por la
justicia en el mundo.
Felices
quienes han descubierto que la pobreza no libera, pero los empobrecidos sí.
Felices quienes se siguen asombrando, siguen jugando, riendo, contemplando,
agradeciendo, acariciando, sintiendo.
Felices quienes saben contemplar y reconocer las huellas, el paso, los
sentimientos que el buen Padre y Madre Dios va sembrando en su propia vida.
Felices quienes continúan fieles al amor de Dios manifestado en Jesús, pero
abiertos al viento del Espíritu que sopla donde quiere, nos invita a ser
libres, sin saber nunca hacia dónde nos encaminará.
Autor: MIGUEL ÁNGEL MESA
CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO:
- ¿En qué elementos basa Miguel Ángel Mesa la felicidad de las personas?. ¿Qué paralelismos hay entre estas 20 bienaventuranzas y las que se expresan en el Evangelio de Mateo capítulo 5?.
- ¿Cómo sería la vida de las personas que vivieran estas bienaventuranzas?, ¿y la que quienes reciben el fruto de esta vivencia?.
- ¿De qué depende que nos decidamos a vivir de esta manera?, ¿qué nos impide emprender el camino de la felicidad?.
- ¿Qué puedes hacer hoy para llevar a la práctica al menos una de estas bienaventuranzas?, ¿cómo la vas a llevar a la práctica?.
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