domingo, 20 de julio de 2014

En vez de juzgar

Jesús en el Evangelio nos dice: "No juzguen y no serán juzgados". Si nos pide tal cosa es porque sabe que tendemos mucho a eso: a juzgar y condenar con demasiada frecuencia. Para poder seguir su mensaje proponemos contemplar estas cinco claves:
Empatía:
Si logras imaginarte la situación que vive otra persona, te sentirás menos inclinado a juzgarla. ¡Inténtalo con firmeza!, “ahora comprendo por qué razón esa persona se comporta así”. En lugar de añadir más separación y coraje en el mundo, estarás cultivando la conexión y el entendimiento.
Bendícele:
Hace tiempo trabajé con una mujer que trataba con clientes molestos todo el día. Con frecuencia la escuchaba decir suavemente: “que Dios le bendiga”. En cierta ocasión me dijo: “decirles esto es mejor que decirles lo que estoy tentada a decir”. Y su técnica funcionó muy bien. Siempre estaba serena, y los clientes molestos ya no le preocupaban.
Haz oración:
Cuando descubras que actúas como juez, comienza a orar por la persona a la que estás juzgando. Pídele a Dios que le dé a esa persona lo que deseas para ti y para los que amas. Después de todo, Dios ama a esta persona tanto como a ti. ¿Por qué no seguir el ejemplo de Dios e intentar amar también a la otra persona?.
Mira al interior:
Si te está molestando algún rasgo o actitud de otra persona, probablemente haya algo en ti de ese rasgo o actitud. Cuando alguien más acapara la atención, esto puede amenazar tu necesidad de atención. Quien está dominando emite una luz que opaca tu propio deseo de controlar la situación. En lugar de juzgar a los demás por su comportamiento, intenta examinar qué es lo que turba tu interior. Pídele a Dios que te sane y transforme por medio de su gracia amorosa.
Si lo anterior no te sale ni a tirones, distráete:
Cuando alguien te saca el coraje, o como se dice en Colombia: “te sacan la piedra” y te sientes tentando a poner a esa persona en su lugar, sigue el juramento que realizan los practicantes de medicina de no hacer daño a nadie. Si no puedes musitar una bendición, manifestar tu empatía, o el amor, por lo menos puedes apartarte de esa situación y centrar tu atención en algo distinto. Tranquilízate un momento antes de juzgar. Dale a Dios la oportunidad de haga surgir algo nuevo para la persona que quieres juzgar y para ti mismo.
CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO:
  • ¿Te sale muy rápido eso de "juzgar a los demás"?. ¿Cómo te sientes cuando lo haces?, ¿logras con ello solucionar los problemas que según tu parecer originan esas personas?.
  • ¿Has puesto en práctica ya las cinco recomendaciones que el texto anterior nos ofrece?. ¿Qué frutos has observado?.
  • Si no las has puesto en práctica ¿qué razones han sido las que te han impedido o dificultado hacerlas vida?.
  • ¿Qué vas a hacer hoy para evitar juicios y condenas respecto de los demás?.

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