Cuando aprisionas un pájaro para ti, comienzas a
perderlo... porque ya no cantará para ti en el bosque ni criará otros pichones en
su nido.
Cuando guardas tu dinero comienzas a perderlo...
porque el dinero no vale por sí, sino por lo que con él se puede hacer.
Cuando no arriesgas tu libertad para tenerla, comienzas
a perderla... porque la libertad que tienes se confirma cuando decides y eliges.
Cuando no dejas partir a tu hijo hacia la vida,
comienzas a perderlo... porque nunca lo verás volver a ti, libre y maduro.
Recuerda siempre: No existe precio por la
Libertad... pero sí una bellísima recompensa para quien la utiliza con grandeza
de alma.
Quien ama libera con la seguridad de la vuelta
espontánea al abrigo.
Aprende en el camino de la vida la paradójica
lección de la experiencia: siempre ganas lo que dejas y pierdes lo que
retienes.
- ¿Qué pensarías o cómo te sentirías si fueras tú la flor arrancada, el pájaro aprisionado,... el hijo retenido a la fuerza?; ¿somos capaces de ver la realidad desde la perspectiva del otro?, ¿para qué hacer el esfuerzo de ponernos en el lugar del otro?.
- ¿Es para el otro la libertad de pensamiento, sentimiento y acción tan importante como para ti?, ¿qué actitudes, pues, nos conviene adoptar para vivir en y desde la libertad?. ¿Te consideras respetuosa con la libertad de los demás?.
- ¿Te sientes libre en tus decisiones?, ¿te responsabilizas realmente de las decisiones que tomas libremente: es decir, asumes realmente sus consecuencias?.
- ¿Qué puedes hacer hoy para crecer en una mayor libertad responsable y respetar también la libertad de los demás?.
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