"El
avión se encontraba en pleno vuelo. Entre los pasajeros algunos dormitaban,
otros charlaban apaciblemente con el compañero de al lado y otros más leían o
seguían la película que se proyectaba en los monitores con sus auriculares. Al
fondo un niño pequeño, en medio del pasillo, jugaba tranquilamente con sus
cochecitos por el suelo.
De
pronto se produjo una ligera turbulencia, pero nadie se alteró, cada uno siguió
con su actividad sin darle ninguna importancia. Pero al poco se produjo una
nueva sacudida, esta vez algo más fuerte y prolongada. Los pasajeros esta vez
si detuvieron sus quehaceres y prestaron atención inquietos, los que dormitaban
se despertaron, los que leían o veían la película dejaron de hacerlo. Tan sólo
el niño pequeño seguía jugando con sus cochecitos sin mostrar ningún signo de
preocupación.
La
luz de emergencia se encendió y con ella el aviso de abrocharse los cinturones.
El piloto comunicó por la megafonía que iban a atravesar una tormenta eléctrica
y que las sacudidas irían en aumento, pero confiaba en sortearla pronto y
seguir el vuelo con normalidad en unos minutos. El temor empezó a apoderarse
del pasaje tanto mas cuando las sacudidas eran más fuertes, incluso hubo algún
momento de pánico cuando en una maniobra brusca el avión tuvo que hacer un
descenso rápido de altura. Los más piadosos rezaban e incluso alguno sacó un
rosario, los más miraban aterrados a todos lados sin saber que decir con la
esperanza de que acabara pronto. Tan sólo el niño pequeño seguía jugando
tranquilamente con sus cochecitos al final del pasillo y solo trataba de que
estos no se le escaparan en alguno de los movimientos del aparato.
Finalmente
el avión logró atravesar la zona de peligro y estabilizar el vuelo. El piloto
comunicó que todo había pasado y que proseguían con normalidad y la gente
irrumpió en aplausos aliviada. Todos menos el niño, que ajeno lo que había
pasado seguía jugando tranquilamente. Uno de los pasajeros se percató del hecho
e intrigado le preguntó:
-Oye
niño, ¿no tuviste miedo?.
-No -respondió.
-¿Ni
siquiera cuando el avión bajó tan rápido que parecía que se iba a caer?.
-No.
-¿Y
cómo es eso?.
-Mi
papá es el piloto -respondió sonriendo".
(Adaptación de: http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=34771)
CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO:
- ¿Por qué el niño no mostró en momento alguno miedo por la situación?. ¿Dónde o en quién depositó él toda su confianza?. ¿Por qué los demás, aparte de las normativas al respecto, no tuvieron esa confianza?.
- Si nos planteamos nuestra vida como ese viaje en avión, ¿quién es el piloto de nuestra vida?, ¿a quién le hemos dado el control o los mandos de la misma: al dinero, el prestigio, el poder,... a qué o a quién?.
- ¿Qué hacemos en los momentos de dificultad, de turbulencias, cuando parece que todo va del revés?.
- ¿Qué podemos hacer para crecer en confianza en Dios?. ¿A qué me puedo comprometer hoy para hacerla más fuerte y poder decir como el niño:"Mi papá es el piloto"?.
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