Cuando
criticamos, nos quejamos o juzgamos algo o alguien, estamos emitiendo una
energía negativa.
Esta
energía, por ley de atracción o “ley del bumerang”, será devuelta a nosotros
pero multiplicada.
Además,
alimentamos aquello de lo que nos quejamos y lo hacemos más grande.
Se dice en
la Biblia que “nos convertimos en lo juzgado”.
Tengo la
certeza de que lo que nos separa de vivir el “Reino de Dios” aquí y ahora, es
EL JUICIO.
¿Y cómo
vamos a dejar de juzgar?,… pues entendiendo aquello que juzgamos.
¿Y cómo
vamos a entenderlo?,… pues,
¡cuando lo vivimos!. Eso es lo peligroso de juzgar.
¿Cuántas
veces nos hemos visto viviendo lo mismo que juzgamos algún día?.
Me parece
que es mejor entender que "cada uno somos como somos" por alguna razón… aunque no
queramos… y así, no exponernos a vivir algo que no deseamos.
CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO:
- ¿Estás de acuerdo con lo que este texto afirma?. ¿Qué destacarías de él y por qué?.
- ¿Por qué solemos ser a veces tan criticones con alguien, juzgadores, jueces y condenadores de los errores ajenos?, ¿cuáles pueden ser sus causas?. ¿Para qué recurrimos a los juicios sobre los demás en sentido negativo?, ¿qué pretendemos con ello?.
- ¿Podría servir el "tratar de comprender al otro", ponernos en su lugar, en sus circunstancias,... para librarnos de tanta tendencia a juzgar y condenar?. ¿Cómo conseguirlo?.
- ¿Cuál puede ser tu compromiso hoy y aquí para maldecir menos, juzgar menos y aceptar incondicionalmente a los demás, aunque ello no signifique estar de acuerdo en todo lo que hagan?.
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