A cada segundo decía mi nombre
un "te amo"... sin final feliz,
pero sabiendo que me ama con el alma.
Dejar de ser quienes somos
para encajar y descubrir
que la amistad es la magia.
Siempre queriendo ser una fábula,
un cuento con final feliz
o una historia mal contada
donde nos toca tener el honor
de ser la maldad,
la mala de la historia,
y toca demostrar con silencios.
Encontrar a nuestro fabricante de lágrimas
que nos hace llorar de felicidad,
otras veces vuelve atroz al amor
y nos hiere, desangra y mata a placer.
Pero nos muestra
qué tan bonito es el amor real y sincero,
otras veces nos mata
entre los besos que dicen ser mentira
y otros más nos abrazan
para curar las heridas.
Llorando sí,
porque se le ocurrió
fabricar no sólo lágrimas,
también amor y emoción
ante la ilusión
de ser verdad ese "te amo" yo.
Muere tantas veces hoy y mañana,
somos recuerdo
bañado de lágrimas del corazón
y heridas sin razón.
MGabriel Portilla
MÉXICO
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