sábado, 12 de noviembre de 2016

Dignidad

Embriagado está mi corazón
y no de cariño  ni de amor,
sino de sufrimiento y dolor
por un silencio  sin explicación.
 
Angustia siento al pensar
que ya no estaré a su lado,
para su sudor poder secar
o con dulzura  abrazarlo.
 
Siento nostalgia de sus besos,
de su brazos y caricias,
de sus palabras de amor
y de su mirada, ¡la codicia!.
 
Quisiera de rodillas rogarle
pero eso solo se hace ante Dios
y aunque no deje de  adorarle,
sé, que esto, es un triste adiós.
 
No sé si se llamará orgullo
o  su nombre sea dignidad
y aunque mi corazón sea suyo,
nunca sabrá mi triste verdad.

(Autora:
Isabel San José)



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