“Desde
que llegamos a Nepal nos invadió una extraña sensación: nos sentíamos como en
casa, aunque la cultura y las personas de aquel país son muy diferentes. Fuimos
a una casa de acogida que está en Hetauda, una ciudad del sur del Nepal. En la
casa habían niños huérfanos, niños con discapacidades y niños con riesgo de
exclusión social. Todos ellos, eran maravillosos.
Recuerdo
de una manera muy especial el primer día que llegamos a la casa. Los niños
estaban muy entretenidos haciendo pulseras junto a otras voluntarias. Yo me
senté al lado de una niña y empecé a ayudarla a hacer pulseras. De repente,
desde la otra punta de la sala, vino un niño, me dio una pulsera y me dijo:
- "This is for you, miss. Welcome miss". Después, empezaron a venir muchos otros
niños y niñas y me llenaron las muñecas de pulseras. Más allá del valor de una
pulsera de bolitas, este momento fue el inicio, fue el sentir que estos niños
formaban parte de mí.
Estuvimos
allí durante un mes. Durante un mes, todos los días desde las 5.30 de la
madrugada hasta las 9 de la noche, hora en que los niños se acostaban. Fue un
mes muy intenso. Jugamos juntos, les enseñábamos matemáticas e inglés, les
curábamos heridas, los llevábamos al colegio, les servíamos la comida, los
acompañábamos a dormir… Durante este mes fuimos como una familia.
La
despedida fue muy dura. Estaba preparada para llorar, sabía que lloraría
delante de los niños y no me importaba, pero no estaba nada preparada para ver
como muchos de ellos se derrumbaban, llorando desconsoladamente. Esto nos
superó, tanto a mí como a Adrián. A nuestro regreso, pasamos los primeros 15 días
muy tristes intentando encajar que ya se había terminado todo y que no íbamos a
volver a verlos más. Pero después de estas dos primeras semanas, decidí que no
quería resignarme a esta realidad, que quería volver a Hetauda, que deseaba
volver a ver a los niños, y no sólo esto sino que también quería seguir
ayudándoles desde aquí. Porque la distancia no rompe los vínculos y en este
caso fueron muy fuertes. Adrián de seguida se unió a mi idea y también
recibimos el soporte incondicional de nuestros padres. Así empezó todo un 18 de
setiembre de 2012, el día que tomamos la decisión de crear la ONG Familia de
Hetauda.”
CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO:
- ¿Qué te llama la atención de esta historia?.
- ¿Qué otras historias de generosidad, bondad, altruismo,... conoces y que aportan también un gran valor tanto a su trabajo como a las personas con las que interactúan?. (Te invitamos a que compartas alguna de la cual tengas experiencia tú mismo o hayas observado en otras personas).
- ¿Qué crees que necesitamos para adoptar actitudes y decisiones como la persona que relata la historia de la Familia de Hetauda?.
- ¿A qué te vas a comprometer hoy para dar cauce a la generosidad altruista que hay también dentro de ti?.
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