“Aun el necio,
cuando guarda silencio, es considerado un sabio; y el que cierra sus labios es
un hombre de entendimiento”. (Proverbios 17,28).
Uno
de los atributos más obvios y significativos de los humanos es la habilidad
para comunicarse por medio del habla. Un corolario interesante es que también
podemos comunicar nuestros pensamientos en tiempo real; no necesitamos planear
qué vamos a decir antes de decirlo. Esto tiene tanto ventajas como desventajas.
Sería bastante indeseable para nosotros el tener que formular nuestros
pensamientos antes de emitir una advertencia inmediata (“corre”), y la
comunicación se vería frenada si fuéramos incapaces de responder, de una manera
natural, a las personas durante una conversación normal. Por otro lado, esta
habilidad innata es frecuentemente la fuente de consternación cuando lo que
decimos al calor del momento es algo que después deseamos no haber dicho, o
haberlo dicho de otra manera; esto le sucede a todo el mundo, algunas veces el
truco es recordarlo. Típicamente esto sucede cuando respondemos rápidamente en
situaciones estresantes, o durante una discusión, aunque esto puede pasar en
cualquier momento. Reconocer que no siempre decimos lo que quisiéramos
comunicar es algo importante – cómo ayudar a mitigar ese problema no es
difícil, pero requiere de algunos cambios de conducta. La meta es estar
consciente de cuándo hablar natural y fluidamente y cuándo pensar antes de
hablar…y cuándo no hablar del todo.
PASOS A SEGUIR:
1.- Obsérvate a ti
mismo. Toma nota cuando esto te suceda. ¿Qué circunstancias llevan a que digas
cosas de las cuales, más adelante, desearías haberlas dicho diferente?. ¿Esto te
sucede más frecuentemente con una persona en particular (o un grupo de
personas)?. ¿Es más frecuente en discusiones? ¿Es cuando estás “in situ” para
obtener información?. Intenta encontrar un patrón. Puede serte de ayuda comenzar
un diario de eventos de manera que los puedas comparar cuando lo desees.
2.- Reconoce tu
situación. Después de haber determinado qué circunstancias pueden ser la más
probables de producir este efecto indeseado, intenta ser observador acerca de
cuándo esas condiciones aparentemente se manifiestan. Entre más hábil te
vuelvas para reconocerlo, cambiarás de una mejor manera tu acercamiento.
3.- Observa la
conversación. Ahora que ya sabes que estás en una de “esas” situaciones, tu
meta es procesar la información. Frecuentemente cuando respondemos de una
manera proco apropiada, es porque no comprendimos por completo lo que se estaba
diciendo. Este es el momento para sentarse y escuchar qué es lo que está
sucediendo a nuestro alrededor. No comiences a enfocarte en lo que vas a decir,
solamente absorbe la información. Tu mente procesará esta información.
4.- Observa a las
personas. ¿Quién está hablando y cómo se comunica?. Algunas personas son muy
literales y otras usan ejemplos. Algunas usan muchas expresiones faciales y
lenguaje corporal para resaltar la conversación, mientras que otras se inclinan
por el lenguaje complejo. Cómo las personas transmiten la información es un
buen indicador de cómo absorben la información.
5.- Formula
respuestas. No solamente una, sino que considera tus opciones. Existen muchas
maneras de decir las cosas, y tu objetivo es encontrar la mejor manera de
transmitir lo que quieres decir de una manera que tenga un impacto positivo. La
comunicación es principalmente una función del receptor, así que te tienes que
comunicar basado en el oyente.
6.- Considera la
información. ¿Lo que quieres decir es Efectivo, Necesario, Exacto, Oportuno y
Apropiado (ENEOA)?. Si solamente estás respondiendo porque las demás personas
están hablando, es posible que tu comunicación no calce en el modelo ENEOA. Si
no, entonces siéntate y continúa escuchando. Quieres que lo que vayas a decir
cause un impacto, no solamente que haga ruido.
7.- Mide la
reacción. ¿La información que vas a presentar va a estar formulada de una
manera que cause un impacto positivo?. Crear una atmósfera negativa garantizará
un fallo en la comunicación. Quieres que las personas entiendan que están
contribuyendo en lugar de llevar la contraria. Solamente necesitan de una
persona para arruinar tu habilidad de comunicarte durante este tiempo.
Identifica cómo los escuchas reaccionarán.
8.- Sé consciente
de tu tono. Cómo lo dices, muchas veces es tan importante como lo que dices. El
tono de la voz puede transmitir entusiasmo y sinceridad, o pueden transmitir
rechazo y sarcasmo. Y como muchas personas lo han experimentado, lo que decimos
puede ser interpretado de una manera errónea. Lo más probable es que el tono de
voz, lo que se haya dicho, el lenguaje facial y corporal, así como el mensaje,
no fueron combinados adecuadamente para integrarse con el método más efectivo
de comunicación del oyente.
9.- Comunícate. Tú
sabes qué vas a decir, por qué es ENEOA, cómo lo dirás y cuál es la reacción
más probable. Espera una pausa apropiada en la conversación y habla. Lo ideal
es no interrumpir, aunque en algunas ocasiones es apropiado. Cuándo interrumpir
va más allá del alcance de este documento.
10.- Repite el paso
1. Cuando estés hablando, piensa en lo que estás diciendo y observa las
reacciones conforme vayan surgiendo. Una vez que la conversación haya
terminado, analiza todo el proceso en tu mente y toma en cuenta lo que podías
haber hecho diferente y por qué. Este es un proceso en curso. Con el transcurso
del tiempo vas a mejorar – te convertirás en un mejor comunicador y las
personas aceptarán tus respuestas con una mente más abierta.
- ¿Qué te parecen estas 10 recomendaciones para darle calidad y consistencia a tu comunicación?.
- ¿Cuáles de ellas te parecen más sencillas de cumplir y cuáles más difíciles y por qué?. ¿Añadirías algunas más?, ¿cuáles?.
- En tu caso, ¿qué crees que necesitas trabajar y desarrollar más para lograr una comunicación más acorde con la que te identificas más, con la que te sientes mejor?.
- ¿Qué vas a hacer hoy para ponerte en camino de esa mejoría según eso que necesitas trabajarte más?.
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